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martes, 24 de julio de 2012

30% DE NIÑOS PADECE TRASTORNOS DE SUEÑO


El 30% de los menores de 5 años padece insomnio u otros trastornos del sueño, achacados principalmente a carencias a la hora de adquirir el hábito del sueño.


Duérmete ya


El dato proviene de las estadísticas del Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria, en Santa Cruz de Tenerife, España. Dicho centro asistencial cuenta con una moderna Unidad del Sueño, donde se atiende un promedio anual de 300 niños de entre seis meses y cinco años, aquejados por trastornos del sueño.

En su consulta y laboratorio se atienden los casos más complejos y crónicos que no han podido ser resueltos en Atención Primaria, ya que requieren de un estudio personalizado evaluado por especialistas neurofisiólogos.

Desde el hospital canario se añade que tratar estos problemas es fundamental, porque si la calidad del descanso de los niños no es la adecuada, repercutirá negativamente provocando problemas de otra índole, como alteraciones diurnas de comportamiento, complicación de otras enfermedades, dificultades cognitivas y conductuales del aprendizaje (retraso escolar en los casos más graves), trastornos alimentarios, dolores de estómago, jaquecas, cefaleas e incluso, desestabilización familiar en su entorno más próximo.

"Cuando los pequeños muestran habitualmente, signos de irritabilidad, hiperactividad, mal humor diurno y presentan una gran dependencia hacia sus cuidadores, los padres deberán sospechar que puede existir un trastorno relacionado con el sueño y el descanso del niño", explicó la doctora Soledad Mañas, responsable del área de neurofisiología de la Unidad del Sueño, en declaraciones a la agencia noticiosa Europa Press.

Los padres de los niños afectados por estos trastornos, aseguran que sus hijos nunca han podido dormir bien, ya sea porque tiene grandes dificultades para conciliar el sueño o, una vez logrado, lo interrumpen ente cinco y quince veces por noche.
Las sociedades científicas recomiendan el uso de medidas no farmacológicas siempre que sea posible, de ahí que la medida más importante es educar para adquirir hábitos saludables de higiene del sueño que ayuden a conciliarlo.

Existe una serie de pautas generales que se adaptarán de manera individualizada según el caso del paciente, como mantener horarios regulares, efectuar ejercicio moderado, no ir a la cama con hambre, dormir sólo lo necesario para estar fresco al día siguiente o que el dormitorio sea tranquilo, con poca luz y fresco.

En el caso de los bebés, éstos deben comenzar a distinguir el día de la noche, de manera que no tiene porque haber silencio durante la mañana y la tarde en el domicilio; así el niño aprenderá a dormirse a pesar de ruidos, su descanso nocturno será más profundo.

Además, los recién nacidos necesitan dormir en su cuna y no en brazos de la madre o el padre, para que pueda reconocer el entorno en el que se quedó dormido y así, si se despertara por la noche, encontrarse en las mismas condiciones en las que se durmió.

Por esta misma condición, no se debe realizar determinadas acciones de manera mecánica para que el niño no las asocie con intentar dormir, pues es lo que suele suceder cuando se canta, se le da la mamadera o se lo acuna en brazos. Asimismo, el niño necesita sentirse seguro y esto sólo se logra si los padres transmiten esa sensación.


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